Dejar ir

Reflexión

Uno nunca aprende del todo a dejar ir. Es parte de lo que nos humaniza, sentir ese vértigo, ese vacío cuando dejas algo atrás. Outer Wilds, una de las obras de arte que más me ha marcado por su profundo mensaje sobre vivir el momento, sobre los vínculos —los que lo conozcan habrán advertido ya que es una de las dos cosas que menciono en la entrada anterior— y el sacrificio, trata de eso. De superar ese miedo, de dar ese paso, porque no hay nada si no lo das.

Hoy, en una casa a medio desmontar, entre los estruendos de una tormenta eléctrica nocturna que me refresca enormemente, me he empezado a plantear qué dejo atrás al marcharme de aquí; y lo primero que me viene a la mente es Palmi, la perrita que nos dejó durante el poco tiempo que hemos pasado en este piso. Las memorias que tenemos con ella, siempre serán en un hogar —en dos, en realidad— al que nunca volveremos, y eso me da un poco de vértigo.

Hace muchos años me prometí a mí mismo que nunca debía vivir extrañando el pasado ni ansiando el futuro, sino viviendo en el presente; porque el que vive ansiando el futuro, está condenado a extrañar el pasado, y desperdiciar el presente. Puedo decir orgulloso que he alcanzado un punto en el que siento que disfruto el momento y vivo sin demasiadas previsiones ni lamentos, pero hay veces —ínfimos momentos escondidos tras las esquinas del tiempo— en las que todo lo que habitualmente ignoro, permea el consciente y se adueña de mí. Este es uno de esos momentos, y aunque narrarlo rebaje sustancialmente el efecto, me hace sentir indeciso y frágil.

Esta casa ha sido mi hogar durante dos años, un sitio en el que he vivido experiencias vitales que me han marcado, donde he desarrollado vínculos de los más especiales y… y poco más en realidad; porque al final esto es solo un pensamiento fugaz que me invade de vez en cuando. En realidad tengo unas ganas MAYÚSCULAS de esta nueva etapa que hemos empezado hace unos días, y sí, siento un leve lamento al pensar que dejo cosas tan importantes atrás, pero todo lo que dejo atrás, ya estaba atrás. De ello solo queda un vago recuerdo, avivado por la convergencia en el espacio de ese momento con el presente; pero al final del día es solo eso, un recuerdo.

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